La obesidad es un problema de salud global que afecta a millones de personas y contribuye al aumento de enfermedades crónicas. Sin embargo, las ideas erróneas sobre la obesidad dificultan soluciones efectivas. Aquí hay diez mitos que los expertos han desmentido, enfatizando la importancia de abordarlos para combatir la epidemia.
El mito predominante es que la obesidad resulta de la falta de voluntad. En realidad, es una condición compleja influenciada por la genética, las hormonas, el entorno y el comportamiento. El Dr. Jeffrey Friedman, quien descubrió la leptina, afirma: "los genes cargan el arma, pero el entorno aprieta el gatillo", destacando los factores biológicos que regulan el hambre y el metabolismo.
Si bien el equilibrio energético (calorías consumidas frente a calorías gastadas) es fundamental, simplifica en exceso la gestión del peso. Factores como los desequilibrios hormonales y el microbioma intestinal también juegan un papel significativo. Un estudio de 2016 en Obesity Reviews encontró que el cuerpo compensa la pérdida de peso desacelerando el metabolismo, lo que hace que los enfoques personalizados sean más efectivos que las estrategias genéricas de reducción de calorías.
No todas las personas clasificadas como obesas son poco saludables; algunas tienen marcadores de salud normales a pesar de su IMC. El libro del Dr. Carl Lavie, The Obesity Paradox, muestra que algunas personas con obesidad pueden vivir más tiempo que sus contrapartes delgadas. El enfoque debe cambiar de solo el peso a la salud general.
La comida rápida contribuye a dietas poco saludables, pero la obesidad también se ve influenciada por qué, cómo y por qué comen las personas. Factores emocionales y sociales a menudo impulsan el comer en exceso. Abordar los desiertos alimentarios y mejorar la educación nutricional son pasos cruciales para mejorar los hábitos alimenticios.
El ejercicio es vital para la salud, pero no es una solución única para la pérdida de peso. El Dr. Yoni Freedhoff señala: "no puedes correr de una mala dieta", lo que indica que los hábitos dietéticos son el factor principal en la gestión del peso.
El índice de masa corporal (IMC) es una herramienta común de clasificación, pero no es perfecta. No tiene en cuenta la masa muscular y la distribución de grasa, lo que puede llevar a clasificaciones erróneas. Medidas alternativas como la relación cintura-cadera pueden proporcionar evaluaciones de riesgo para la salud más precisas.
La pérdida de peso no debe verse únicamente en términos de apariencia; incluso una pérdida de peso modesta puede reducir significativamente el riesgo de enfermedades crónicas. Enfocarse en los beneficios para la salud puede aumentar la motivación para los cambios en el estilo de vida.
La cirugía bariátrica a menudo se considera una opción fácil. En realidad, es una intervención médicamente supervisada para la obesidad severa que requiere cambios significativos en el estilo de vida para tener éxito. Los estudios muestran que la cirugía bariátrica no solo conduce a una pérdida de peso sostenida, sino que también mejora condiciones como la diabetes tipo 2 y la hipertensión.
La obesidad no es simplemente una cuestión de elección; factores genéticos, socioeconómicos y de salud mental complican la gestión del peso. Abordar las barreras sistémicas como la desigualdad de ingresos es esencial para soluciones efectivas.
La estigmatización del peso, a menudo considerada un motivador para el cambio, en realidad conduce a una peor salud mental y promueve comportamientos poco saludables. La Organización Mundial de la Salud reconoce la estigmatización del peso como un problema de salud pública y aboga por enfoques compasivos y basados en la ciencia.
Para combatir la obesidad de manera efectiva, la narrativa debe cambiar de la culpa y el estigma a la comprensión y el apoyo. Reconocer la obesidad como una condición compleja que requiere un enfoque holístico es vital para soluciones sostenibles. Al desmentir estos mitos, puede surgir un diálogo más inclusivo e informado que priorice la salud y el bienestar.