Un equipo colaborativo de investigadores de varias instituciones de EE. UU. ha descubierto que un compuesto llamado genipina, derivado de la planta jazmín de Cabo, puede promover la regeneración de nervios. Las neuronas dañadas, que tienen dificultades para crecer debido a enfermedades, mostraron signos de recuperación en condiciones de laboratorio al ser expuestas a este compuesto de origen vegetal.
La genipina se extrae de la fruta de la versátil planta de gardenia, que se encuentra típicamente en regiones tropicales y subtropicales de Asia. La planta es ampliamente cultivada por jardineros que están familiarizados con sus llamativas flores y su fragancia.
Este compuesto se está investigando como un posible tratamiento para la disautonomía familiar, un raro trastorno degenerativo del sistema nervioso causado por una mutación genética. Según Kenji Saito-Dias, investigador de medicina regenerativa en la Universidad de Georgia, la genipina podría ser la clave para un tratamiento efectivo para esta condición.
"La disautonomía familiar es un trastorno devastador causado por una mutación puntual homocigota en el gen ELP1," señaló Saito-Dias en un estudio publicado en Science Translational Medicine. "Afecta significativamente el desarrollo y la degeneración del sistema nervioso periférico." El sistema nervioso periférico incluye todos los nervios que se ramifican desde la médula espinal hacia todas las partes del cuerpo.
La disautonomía familiar afecta el desarrollo y la supervivencia de células nerviosas críticas, lo que lleva a graves síntomas neurológicos y cardíacos. Los tratamientos actuales no ofrecen una cura para los pacientes afectados.
La investigación indica que la genipina podría contrarrestar síntomas clave de esta condición hereditaria. Saito-Dias enfatizó la prioridad mundial de encontrar terapias que promuevan el crecimiento nervioso, ya que muchas personas sufren de degeneración nerviosa o daño a los nervios periféricos.
La disautonomía familiar afecta inicialmente la respiración, la regulación de la temperatura corporal, la presión arterial y la producción de lágrimas. A medida que la enfermedad progresa, los pacientes pueden desarrollar ritmos cardíacos anormales, escoliosis, insensibilidad al dolor, pérdida de visión, control deficiente de la respiración y una mayor susceptibilidad a infecciones pulmonares.
Los genetistas de la Cleveland Clinic informan que, aunque esta condición es rara, es más común entre personas de ascendencia judía ashkenazí, afectando aproximadamente a 1 de cada 10,000 en EE. UU. y 1 de cada 3,700 en Israel al nacer.
Históricamente, los compuestos de gardenia han desempeñado un papel importante en la medicina tradicional. Durante siglos, los sanadores tradicionales en China han utilizado las plantas de gardenia por sus propiedades medicinales para tratar condiciones como la depresión, la inflamación y el insomnio.
En la década de 1980, investigadores japoneses descubrieron un colorante azul de la fruta de la gardenia, lo que condujo a más hallazgos emocionantes, incluida la genipina, que se estudia por sus posibles propiedades anticancerígenas.
Saito-Dias y sus colegas identificaron la genipina accidentalmente mientras examinaban una biblioteca de 640 compuestos en busca de candidatos que pudieran proteger a las neuronas sensoriales de la degeneración. Las pruebas de laboratorio revelaron que la genipina no solo restauraba el desarrollo adecuado de las neuronas sensoriales, sino que también prevenía la degeneración temprana de las células y mejoraba la formación de nervios periféricos en modelos de ratón de disautonomía familiar.
Los investigadores sugieren que los efectos terapéuticos de la genipina podrían estar relacionados con su capacidad para mejorar la formación de enlaces en la matriz extracelular, promoviendo significativamente la regeneración de axones seccionados en neuronas sensoriales y corticales sanas.
Esta investigación involucró la colaboración entre múltiples instituciones, incluidas la Universidad de Georgia, la Universidad de Tennessee, la Escuela de Medicina Icahn del Monte Sinaí, el Colegio Médico Weill Cornell y el Centro de Biología de Células Madre del Instituto Sloan Kettering.