Un estudio reciente del Tesoro de Bedale, un importante hallazgo vikingo descubierto en North Yorkshire en 2012, ha revelado una compleja red comercial que conectaba los asentamientos vikingos en Inglaterra con mercados en regiones que hoy corresponden a Irán e Irak. Los hallazgos, liderados por la Dra. Jane Kershaw de la Universidad de Oxford, desafían la imagen tradicional de los vikingos como meros saqueadores, subrayando su profunda implicación en el comercio a larga distancia.
El Tesoro de Bedale, que data de finales del siglo IX o principios del X, contiene 29 lingotes de plata y varios collares ornamentados. Los análisis geoquímicos identificaron tres fuentes principales para la plata: monedas de Europa Occidental, dirhams islámicos y mezclas de ambas. Aproximadamente un tercio de los lingotes se atribuyó directamente a monedas acuñadas en el Califato Islámico, las cuales viajaron miles de kilómetros a través de las rutas comerciales escandinavas conocidas como Austrvegr (el "camino del este") antes de llegar a Inglaterra. La Dra. Kershaw destaca que esta evidencia demuestra que los vikingos obtuvieron grandes beneficios del comercio a larga distancia, trayendo consigo grandes cantidades de plata islámica cuando se establecieron en Inglaterra.
La economía vikinga de la época se basaba en un sistema de "economía de lingotes", donde la plata se valoraba por su peso. Las monedas extranjeras a menudo se fundían y se refundían en lingotes o se transformaban en joyería. Un notable collar del tesoro se elaboró a partir de una mezcla de plata oriental y occidental, posiblemente fundida en el norte de Inglaterra. Los estudios también revelaron que los artesanos vikingos refinaban la plata utilizando plomo de origen local, como el de las North Pennines, lo que evidencia avanzadas habilidades metalúrgicas y producción local. Este descubrimiento amplía la comprensión de la era vikinga, mostrando una sociedad conectada a través de extensas redes comerciales que abarcaban continentes.