Un estudio revela que los perros callejeros que habitan la zona de exclusión de Chernobyl exhiben variaciones genéticas únicas en comparación con otras poblaciones de perros. Estos perros, posiblemente descendientes de mascotas abandonadas tras el desastre de 1986, demuestran comportamientos de manada distintos y movimientos adaptados influenciados por la actividad humana en la zona contaminada.
Investigadores de Estados Unidos, Polonia y Ucrania analizaron muestras de ADN de 302 perros que viven a diversas distancias de la central nuclear de Chernobyl, incluidos algunos que viven directamente en el sitio. El estudio, publicado en Science Advances en marzo de 2023, encontró diferencias genéticas distintas entre estos perros y otras poblaciones de perros en todo el mundo.
La investigación reveló que los perros de Chernobyl forman manadas relacionadas, viviendo cerca unos de otros, a diferencia del comportamiento territorial de sus ancestros lobos. Adaptan sus movimientos y territorios según la actividad humana, estableciendo áreas de vida centrales y zonas de forrajeo separadas. El estudio también afirmó que los perros muestran cambios genéticos distintos.
“La combinación de comportamientos observados en los perros de Chernobyl y sus estructuras familiares complejas sugiere que las poblaciones de perros de Chernobyl violan la suposición de apareamiento aleatorio que es inherente a muchos modelos genéticos de población. La diferenciación genética de otros perros de raza pura y de perros en libertad sugiere que las poblaciones de Chernobyl tienen una firma genómica única”, afirmó el estudio.
Según el estudio, estos perros pueden ser descendientes de aquellos presentes antes y después del desastre de 1986 y podrían ser las mascotas abandonadas por los evacuados en los años 80.
El desastre nuclear de Chernobyl en abril de 1986 sigue siendo el incidente nuclear más catastrófico del mundo. La explosión y el posterior incendio liberaron una lluvia radiactiva aproximadamente 400 veces mayor que la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima. Junto con la radiación, el desastre liberó grandes cantidades de metales pesados altamente tóxicos, pesticidas y otros compuestos dañinos.
Hoy en día, alrededor de 150,000 kilómetros cuadrados siguen contaminados, con un radio de 30 millas alrededor del reactor designado como la “zona de exclusión”. Dentro de esta zona, 187 pequeñas comunidades han sido abandonadas y permanecen deshabitadas.