Científicos han descubierto evidencia de antiguos lechos de ríos en Marte, que se extienden por aproximadamente 16.000 kilómetros en la región de Noachis Terra. Este hallazgo, basado en imágenes de alta resolución de los orbitadores de la NASA, sugiere que Marte pudo haber tenido un clima más húmedo de lo que se creía.
El equipo de investigación identificó crestas sinuosas fluviales, lo que indica la presencia de agua corriente en el pasado. Estas estructuras están formadas por los restos de sedimentos transportados por antiguos ríos, que emergieron a medida que el suelo circundante, más blando, se erosionaba. Algunos tienen solo unos cientos de metros de ancho y unos pocos kilómetros de largo, pero también se encuentran otros mucho más grandes.
Adam Losekoot, miembro del equipo, señaló la naturaleza sorprendente de los hallazgos, afirmando que la evidencia sugiere no solo la presencia de agua, sino también su amplia distribución por toda la región. Según Losekoot, lo único que podría alimentar una red fluvial tan extensa sería la lluvia o la nieve a escala regional.
Las imágenes muestran dos ríos que fluyen hacia un cráter y luego se desbordan por el otro lado, lo que sugiere un flujo de agua sostenido. Los rastros de los ríos indican que Marte tuvo un clima mucho más cálido y húmedo hace unos 3.700 millones de años. Este período sugiere que no solo corrientes de agua, sino también grandes masas de agua pudieron haber existido en la superficie del planeta.
Con el tiempo, la atmósfera de Marte se fue adelgazando a medida que su campo magnético se debilitaba, lo que provocó que el agua de la superficie del planeta se evaporara y se disipara en el espacio. Sin embargo, algunos rastros de agua pueden haber permanecido ocultos hasta hoy. Otro estudio en abril sugirió que podría haber un gran depósito de agua escondido en las profundidades de la superficie de Marte. Este descubrimiento proporciona una comprensión más profunda del clima y el agua pasados de Marte y ofrece pistas importantes para futuras exploraciones, abriendo la puerta a nuevas investigaciones y, tal vez, a futuras misiones conjuntas entre diferentes países, como ya se está planteando en la comunidad científica.