Grecia se enfrenta a una crisis de incendios forestales de gran magnitud, exacerbada por una intensa ola de calor y vientos fuertes que han avivado las llamas en todo el país. La situación ha provocado evacuaciones generalizadas, particularmente en las cercanías de Patras, en la región occidental de Grecia. Las llamas han llegado a las afueras de Patras, obligando a la evacuación de un hospital infantil y numerosas áreas residenciales. La región de Acaya ha visto cómo casi 10.000 hectáreas eran consumidas por el fuego en tan solo dos días, con un número considerable de hogares y negocios reducidos a cenizas. El alcalde de Acaya Oeste, Grigoris Alexopoulos, describió la situación como "una catástrofe muy grande".
Esta crisis en Grecia es parte de un patrón más amplio de fenómenos meteorológicos extremos que afectan al sur de Europa. Las temperaturas han alcanzado niveles críticos, aumentando el riesgo de incendios en todo el continente, incluyendo España e Italia, que también lidian con desafíos similares. Datos recientes indican que más de 400.000 hectáreas se han quemado en Europa en lo que va de año, un 87% por encima del promedio estacional. Los esfuerzos de extinción se han intensificado, con casi 5.000 bomberos y 33 aeronaves desplegados en Grecia. A pesar de la ardua labor, la situación sigue siendo extremadamente difícil, con 82 nuevos incendios registrados en un solo día, según funcionarios de bomberos. El país ha solicitado ayuda a la Unión Europea, incluyendo el envío de aviones cisterna para reforzar sus capacidades de lucha contra incendios. Quince bomberos requirieron tratamiento hospitalario tras combatir múltiples focos. Históricamente, Grecia ha sido susceptible a los incendios forestales, pero los datos de los últimos años sugieren una tendencia creciente en la severidad y extensión de estos eventos. El año 2007 es recordado como uno de los peores, con más de 3.000 incendios que arrasaron aproximadamente 270.000 hectáreas y causaron 85 muertes. La tendencia actual de incendios más grandes y destructivos, posiblemente influenciada por el cambio climático, es una señal preocupante. La rápida propagación del fuego, impulsada por vientos de hasta 88 km/h y temperaturas que se acercan a los 40°C, presenta un desafío formidable. La solidaridad europea se vuelve fundamental para mitigar el impacto de estos desastres naturales.