El 26 de noviembre de 2024, un poderoso tifón tocó tierra en el sudeste asiático, causando destrucción generalizada en varios países. La tormenta, clasificada como categoría 5, trajo vientos sostenidos de hasta 200 km/h y fuertes lluvias, lo que provocó inundaciones severas y deslizamientos de tierra.
El tifón ha afectado a millones, con miles de evacuados de las áreas costeras. Los servicios de emergencia están actualmente comprometidos en operaciones de rescate, mientras que los gobiernos locales evalúan la magnitud de los daños. Los informes iniciales indican daños significativos en la infraestructura, incluidas líneas eléctricas caídas y hogares destruidos.
Las autoridades han instado a los residentes a permanecer en interiores y seguir las órdenes de evacuación a medida que la tormenta continúa afectando la región. Las agencias meteorológicas están monitoreando la situación de cerca, proporcionando actualizaciones sobre la trayectoria de la tormenta y sus posibles efectos posteriores.
A medida que comienzan los esfuerzos de recuperación, las organizaciones humanitarias internacionales se están preparando para ayudar a las comunidades afectadas. La magnitud total del desastre aún se está evaluando, con más evaluaciones esperadas en los próximos días.