El río Paraguay está experimentando sus niveles de agua más bajos en más de un siglo, alcanzando un crítico -1,30 metros, lo que genera preocupaciones urgentes sobre una posible crisis de agua. Esta alarmante situación, exacerbada por una sequía prolongada y un aumento en la demanda de agua, representa una amenaza significativa tanto para las comunidades locales como para el ecosistema circundante.
Según el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, la sequía severa ha impactado negativamente la navegación, vital para la economía, y ha reducido drásticamente las poblaciones de peces, afectando a quienes dependen de la pesca para su sustento. Las implicaciones económicas son vastas, con la navegación del río contribuyendo a aproximadamente 12 mil millones de dólares anuales en comercio.
Los expertos ambientales advierten que la sequía actual está interconectada con los recientes incendios forestales, que han devastado la vegetación local. Las condiciones secas hacen que cualquier fuego descontrolado pueda ser catastrófico, dañando aún más la flora y fauna de la región.
Max Pasten, investigador del Centro Multidisciplinario de Investigaciones Tecnológicas, enfatizó la necesidad urgente de planes de contingencia para mitigar los efectos de la sequía. Destacó la necesidad de mejoras en la infraestructura para asegurar una distribución sostenible de agua y apoyar las actividades agrícolas, especialmente para los productores de arroz que dependen en gran medida de los recursos hídricos.
La situación sigue siendo crítica, ya que las comunidades en la región del Chaco luchan con un suministro de agua insuficiente, dependiendo de entregas de agua por camión. El Ministerio ha instado a los proveedores de agua locales a implementar planes de emergencia para garantizar el acceso a agua potable para las poblaciones afectadas.
A medida que el río Paraguay se acerca a un nuevo mínimo histórico, es esencial una acción inmediata y coordinada para proteger la salud humana y ambiental.