El descubrimiento de un huevo fósil único de cáscara blanda,
Antarcticoolithus bradyi, en la Antártida ha revolucionado nuestra comprensión de la reproducción de los antiguos reptiles marinos. Desenterrado en 2011 por un equipo de investigación chileno, el huevo, apodado "La Cosa" debido a su apariencia inusual, tiene aproximadamente el tamaño de un balón de fútbol y data de hace aproximadamente 68 millones de años, en el período Cretácico. Representa el huevo de cáscara blanda más grande jamás encontrado y el segundo huevo más grande de cualquier animal conocido.
Con unas medidas de aproximadamente 28 cm de largo y 20 cm de ancho, la superficie lisa y la fina cáscara de
Antarcticoolithus bradyilo distinguen de los huevos de dinosaurio. Su estructura es más parecida a los huevos de lagartos y serpientes modernos. El fósil fue descubierto cerca de los restos de
Kaikaifilu hervei, un gran mosasaurio, lo que llevó a los científicos a plantear la hipótesis de una posible relación padre-hijo.
Este hallazgo desafía la creencia de larga data de que los mosasaurios, reptiles acuáticos relacionados con los lagartos y las serpientes modernos, daban a luz crías vivas. El descubrimiento sugiere que los mosasaurios pueden haber puesto huevos, similares a algunos reptiles contemporáneos, con cáscaras muy delgadas de las que las crías emergían rápidamente. La escasez de huevos de cáscara blanda fosilizados hace que este descubrimiento sea particularmente significativo, proporcionando información valiosa sobre la evolución de las estrategias reproductivas entre reptiles y dinosaurios.
El descubrimiento del huevo ha impulsado una mayor investigación sobre la diversidad de los huevos antiguos y los estilos de vida de los animales extintos.