A medida que se acerca 2025, los inversores se enfrentan a preguntas sobre la economía de EE. UU., un motor clave del crecimiento global en los últimos años. Las preocupaciones incluyen si la Reserva Federal puede orquestar un aterrizaje suave en medio de fuerzas recesionistas y cómo los cambios políticos en países clave pueden influir en las medidas económicas.
La inflación se ha reducido desde los máximos de mediados de 2022, acercándose al objetivo del 2 % de la Fed, pero el desempleo ha aumentado en el último año. La Fed inició un ciclo de recorte de tasas en septiembre de 2024, en respuesta a la deterioración del mercado laboral.
Si bien el índice de desempleo sigue siendo históricamente bajo, el rápido aumento genera preocupaciones, especialmente porque la regla de Sahm indica que una recesión podría ser inminente. Algunos actores del mercado atribuyen el aumento del desempleo a una expansión de la fuerza laboral, incluida la inmigración, sugiriendo que una contratación sólida podría mitigar los problemas.
Sin embargo, las tendencias laborales recientes muestran escasa creación de empleo, excluyendo el sector público, la salud y la educación privada. Los despidos se mantienen moderados, pero un aumento significativo podría poner en peligro el aterrizaje suave deseado.
Los consumidores sienten presión, ya que la inflación posterior a la COVID-19 ha reducido su capacidad de gasto en artículos discrecionales, especialmente entre los hogares de ingresos medios y bajos. Las tasas de morosidad en tarjetas de crédito y préstamos para automóviles siguen aumentando.
Un pequeño subconjunto de grandes empresas impulsa el crecimiento de los beneficios, mientras que muchas pequeñas y medianas empresas luchan con altos costos de financiación y una reducción de beneficios. Esta disparidad de consumo podría plantear riesgos para la demanda y el crecimiento económicos.
La economía de EE. UU. ha superado a los mercados desarrollados desde la pandemia, apoyada por el gasto público y los ahorros acumulados. Sin embargo, esos ahorros se están evaporando y la capacidad del gobierno para aumentar el déficit podría ser limitada.
Donald Trump enfrentará estos desafíos económicos cuando asuma nuevamente la presidencia, con la crisis del costo de vida impactando a los hogares estadounidenses. A pesar de las señales de aparente fortaleza económica, el estadounidense promedio expresa preocupación.
La estancación económica global, particularmente en la zona euro y las recientes debilidades en el Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda, complica aún más las perspectivas de crecimiento. En China, las recientes medidas de estímulo han decepcionado al mercado, revelando problemas estructurales.
La inestabilidad política en Alemania y Francia podría traducirse en una parálisis en las políticas públicas, mientras que el Reino Unido se ajusta a nuevos presupuestos gubernamentales que impactan las perspectivas de crecimiento a largo plazo. La reelección de Trump ha desplazado el enfoque hacia su retórica proteccionista.
La inflación parece contenida, ya que los factores estructurales que impulsaron los aumentos recientes se están disipando. La inflación general parece comportarse bien y se acerca al objetivo en varios países desarrollados, aunque la inflación subyacente sigue siendo ligeramente más alta.
Persisten preocupaciones sobre si las políticas de Trump, incluida su promesa de recortes fiscales generalizados, podrían ser inflacionistas, aunque resulta difícil creer que Trump anuncie políticas que puedan provocar inflación en el contexto de la crisis del costo de la vida.
Los factores geopolíticos también requerirán atención, ya que la resolución de conflictos en Ucrania y el Medio Oriente podría tener efectos desinflacionistas.
La consecuencia principal es que los tipos de interés siguen siendo demasiado elevados en EE. UU. y otros mercados desarrollados, lo que requiere un mayor alivio monetario. Creemos que el mercado laboral ya está emitiendo señales preocupantes y estamos atentos a los datos de las renovaciones de subsidios de desempleo para buscar pruebas de una desaceleración marcada.
Históricamente, la economía estadounidense ha experimentado un "aterrizaje forzoso" en aproximadamente el 80 % de las ocasiones, mientras que el "aterrizaje suave" se logró en alrededor del 20 %. A la vista de esta prueba empírica, creemos que los mercados podrían estar subestimando las posibilidades de desaceleración, lo que podría hacer necesario que la Fed recorte tipos con mucha más fuerza de lo que se descuenta actualmente.