Las calles limpias de Japón: una lección
Japón es famoso por su limpieza, disciplina y responsabilidad social. Los visitantes a menudo se preguntan cómo mantienen ese orden, especialmente dada la escasez de botes de basura públicos. Los turistas de todo el mundo a menudo se sorprenden, teniendo que llevar sus envases de alimentos y bebidas durante kilómetros.
Sin embargo, para los japoneses, esto es simplemente una cuestión de cultura y respeto por los espacios compartidos. Una encuesta reciente de la Organización Nacional de Turismo de Japón reveló que la falta de botes de basura es un desafío importante para los turistas, con un 22% citándolo como una preocupación principal durante sus viajes.
La solución para los japoneses es sencilla: llévese su basura a casa. Si comen o beben algo afuera, ponen los residuos en una bolsa y se los llevan. Muchos también usan el furoshiki tradicional, un trozo de tela que se usa para envolver artículos.
Comer mientras se camina por la calle se considera de mala educación, por lo que las comidas generalmente se consumen en casa, en el trabajo o en restaurantes, donde hay instalaciones para deshacerse de los residuos. Incluso los niños en Japón participan en el mantenimiento de la limpieza. Las escuelas tienen actividades de limpieza mensuales y, en muchos vecindarios, los residentes se reúnen para limpiar sus áreas juntos. Limpiar las calles no es solo el trabajo de los servicios municipales, sino la responsabilidad de todos.
Este sistema no está exento de desafíos. La ciudad de Nara, conocida por sus ciervos salvajes que deambulan por las calles, ha luchado durante años con los residuos que dejan los turistas. Varios ciervos murieron después de comer bolsas de plástico, lo que llevó a la ciudad a instalar botes de basura inteligentes en las áreas más concurridas con un mensaje claro: "Salva a los ciervos".
¿Podría esto funcionar en otros lugares? ¿Podrían otras sociedades adoptar prácticas similares para fomentar un mayor sentido de responsabilidad hacia los espacios públicos? El modelo japonés enfatiza la importancia de las acciones individuales para mantener un entorno limpio y ordenado.
Quizás sea hora de mirar a los japoneses, no solo por el orden, sino también por la responsabilidad hacia el espacio que todos compartimos. ¿Podrían las escuelas organizar un día de limpieza, los vecinos reunirse y ordenar su vecindario, y a los niños se les podría enseñar a no dejar basura para que otros la recojan?
Puede que no alcancemos inmediatamente el nivel japonés, pero cada pequeño paso, llevar nuestra basura con nosotros, no tirar papel junto a la papelera, no dejar botellas en la naturaleza, puede acercarnos a una sociedad donde el orden es una cuestión de orgullo, no de castigo.