Las terapias asistidas con animales son cada vez más populares como método para abordar problemas de salud mental y desarrollo. Los perros son particularmente adecuados para este papel, ya que son capaces de formar fuertes lazos emocionales y brindar compañía incondicional.
Su presencia puede impactar significativamente la vida de las personas que luchan contra la ansiedad o los trastornos del espectro autista (TEA). Estas terapias utilizan animales especialmente entrenados, como perros, en sesiones facilitadas por profesionales de la salud. El objetivo es mejorar las habilidades emocionales, sociales y cognitivas de los pacientes en un entorno de apoyo.
Interactuar con un perro puede reducir los niveles de estrés, lo cual se puede lograr simplemente acariciándolos o estando cerca de ellos. Esta interacción también estimula la liberación de endorfinas, contribuyendo a sentimientos de calma y felicidad. Incluso sesiones breves pueden ayudar a aliviar la tensión emocional y mejorar el estado de ánimo.
Los perros brindan apoyo emocional constante, ofreciendo una presencia no juzgadora y una compañía inquebrantable. Este vínculo puede ser una fuente de consuelo para las personas con ansiedad o autismo, que a menudo pueden sentirse incomprendidas. Conectarse con un perro fomenta la autoestima y la confianza.
Los perros también pueden facilitar el desarrollo de habilidades sociales. Tanto en niños como en adultos con autismo, los perros pueden actuar como catalizadores sociales. Las actividades que involucran al perro, como caminar o alimentarlo, fomentan la comunicación, el contacto visual y la empatía. Estas interacciones a menudo resultan menos intimidantes que las interacciones humanas, lo que ayuda al progreso social.
La investigación indica que la inclusión de perros en sesiones de terapia grupal puede mitigar los síntomas de ansiedad. Los participantes informaron sentirse más tranquilos y estaban más inclinados a abrirse y conectarse con los demás. En un programa para niños con autismo, hubo mejoras notables en la comunicación y una reducción de los comportamientos repetitivos. El vínculo con el perro facilitó una mayor participación con el mundo exterior.
Es crucial someterse a una evaluación profesional para determinar la idoneidad de esta terapia. Los perros involucrados también deben estar específicamente entrenados. La terapia con perros no reemplaza otros tratamientos, pero puede mejorar su efectividad. A través del vínculo humano-animal, numerosos individuos descubren alivio emocional, motivación y un sentido de conexión con el mundo.