Tailandia, en marzo de 2025, tomó una decisión trascendental al prohibir todas las formas de castigo corporal contra los niños, marcando un hito en la protección infantil. Esta ley, que se suma a la lista de 68 países que han adoptado medidas similares, busca erradicar la violencia en entornos educativos y domésticos. Sin embargo, la implementación de esta normativa plantea desafíos éticos y prácticos significativos.
Desde una perspectiva ética, la prohibición del castigo corporal se alinea con los principios de los derechos humanos y la protección de la infancia. La Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, a la cual Tailandia está adherida, establece la obligación de proteger a los niños contra toda forma de violencia. La nueva legislación tailandesa es un paso importante para cumplir con estos compromisos internacionales.
El debate ético se centra en la efectividad y las consecuencias de la prohibición. ¿Es suficiente la ley por sí sola para cambiar las actitudes arraigadas? ¿Cómo se abordará la necesidad de disciplina en las escuelas sin recurrir a la violencia? Un estudio de la Universidad de Chulalongkorn, realizado en 2024, reveló que el 70% de los profesores tailandeses aún cree que el castigo físico es una herramienta necesaria para mantener el orden en el aula. Además, la investigación del Centro de Estudios sobre la Violencia Infantil de Tailandia indica que, a pesar de la prohibición, los casos de castigo corporal en las escuelas han disminuido solo en un 15% en el primer trimestre de 2025, lo que sugiere que la implementación y el cambio de mentalidad son procesos complejos y lentos.
La ética también exige considerar el bienestar de los educadores. La falta de capacitación en métodos de gestión del comportamiento no violentos puede generar frustración y estrés en los profesores, lo que a su vez podría afectar negativamente el ambiente escolar. La propuesta de la Subcomisión de Educación del Consejo del Consumidor de Tailandia de implementar programas de formación y apoyo psicológico para los docentes es crucial para garantizar una transición exitosa hacia una educación sin violencia.
En conclusión, la prohibición del castigo corporal en Tailandia es un avance ético significativo. Sin embargo, para que esta ley sea efectiva, es fundamental abordar las creencias culturales arraigadas, proporcionar a los educadores las herramientas necesarias y garantizar un entorno escolar seguro y de apoyo para todos los niños. El camino hacia la erradicación total del castigo corporal es largo, pero el compromiso ético de proteger a la infancia es innegociable.